Situado en el término municipal de Vilafamés, el yacimiento ibérico de Els Estrets ocupa una extensión aproximada de 3000 m2. Se encuentra ubicado en la cima de una colina de 283 m. de altitud, en el barranco de Els Estrets, desde donde se domina todo el Pla de Vilafamés.
La buena conservación de las estructuras arquitectónicas lo convierten en uno de los yacimientos mejor conservados de las comarcas de Castellón.
Los trabajos arqueológicos, que se vienen realizando desde el año 1990, se han centrado en dos zonas diferenciadas del yacimiento: el sistema defensivo y los espacios domésticos. El estudio del yacimiento permite situar este poblado en un momento final de la cultura ibérica, entre los siglos III ANE y mitad del siglo I ANE, momento en que la inclusión de todo este territorio bajo la administración romana produjo una remodelación del territorio que provocó que los poblados ibéricos se transformarán en asentamientos agrícolas romanizado y situados a los pies de las colinas donde se localizaban.
La seguridad del asentamiento constituyó una de las preocupaciones básicas de sus pobladores, de ahí la ubicación en altura, el perímetro amurallado, los bastiones rectangulares, el foso excavado en la roca y una espectacular torre de planta circular. La torre se levanta en la zona de más fácil acceso por lo que reforzaría la defensa del poblado en este punto.
La torre es una estructura circular hueca de 7,40 m. de diámetro, construida en piedra en toda su altura, sus muros de mampostería tienen una anchura media de 1,75 m. y actualmente conserva una altura de 4 m. Originalmente constaría de dos alturas: una habitación inferior que tendría la función de almacén o de cuerpo de guardia, y un piso superior utilizado como punto de observación y defensa.
Las casas y los recintos destinados al trabajo que se han excavado hasta el momento se construyeron aprovechando la muralla que cierra el poblado. Entre éstos destacaríamos dos espacios: las casas y el molino.
Las casas documentadas hasta el momento se construyeron siguiendo la línea de la muralla y se abren a una calle pavimentada con losas. Las estructuras arquitectónicas se encuentran en un estado de conservación excepcional, llegando la altura de los muros hasta los dos metros. Las paredes estaban construidas con mampostería y adobe y la cubierta estaba formada por un entramado de cañas y ramas consolidado con barro. De estos elementos constructivos hemos hallado vestigios durante los trabajos de excavación.
A una de las cases se accedía por una rampa hecha con piedras que daba a un espacio que funcionaría como lugar de trabajo y almacenaje, como lo indican los materiales documentados, formados por fragmentos de ánforas y de grandes recipientes cerámicos, así como molinos de piedra y piezas de telar. Anexa a la anterior se encuentra una habitación sobre cuyo suelo se hallaron restos de un hogar. La casa tendría una segunda planta construida con adobe, algunos de cuyos ladrillos han sido recuperados durante los trabajos de excavación. La vivienda sufrió una remodelación y se tapió el acceso a uno de sus compartimentos, al tiempo que se abría un acceso independiente desde la calle.
Bajo el suelo de dos habitaciones se excavaron seis fosas, cuatro de ellas con inhumaciones infantiles y las otras dos con restos de animales, concretamente una mandíbula de jabalí y una extremidad de ovicáprido. En la cultura ibérica, el sacrificio de animales y su enterramiento bajo el suelo de las casas formaba parte de un rito de fundación, como acto propiciatorio en el momento de construcción del edificio.
Un vano en el muro que cierra el poblado da acceso a un recinto que funcionó como molino y que presenta una curiosa planta triangular.
En su interior destaca un banco de piedra adosado a una de sus paredes y, en el centro de la habitación, se conserva la base de un molino rotatorio, cuyas muelas se hallaron apoyadas contra una de las paredes. El pavimento estaba especialmente cuidado alrededor del molino, formado por un sedimento bien compactado con piedras.
En este espacio se excavaron tres fosas donde se documentaron cuatro enterramientos infantiles.
En el recinto del molino, en la base de uno de sus muro, se localizaron tres fosas con cuatro inhumaciones infantiles y en una de las casas se documentaron otros cuatro enterramientos de perinatales y uno de un feto asociado a uno de ellos.
Se trata de inhumaciones hechas en fosas excavadas bajo el suelo de la habitación y pegadas a los muros. Las fosas fueron excavadas al mismo tiempo que se construía la casa pues el sedimento de relleno no se diferencia del que forma el estrato de nivelación del suelo. Una de las ellas se efectuó con posterioridad a las anteriores ya que se alteró el pavimento de la habitación para excavar la fosa.
El estudio antropológico de los restos humanos ha permitido determinar la edad en que murieron y que se situaría, en los casos estudiados, entre uno y tres meses de vida. Cabe destacar que los huesos del feto, muerto a una edad de gestación de cuatro meses, lo sitúan como el más pequeño encontrado hasta el momento en yacimientos de la Edad del Hierro en el Mediterráneo Occidental.
En la época ibérica a los individuos infantiles se les enterraba dentro del ámbito doméstico, inhumados y no incinerados como a los adultos. Los niños tan pequeños no recibían la misma consideración que los adultos cuando morían y no se les dispensaba el mismo ritual que a estos, ni se los suele acompañar en el enterramiento de ningún objeto personal.
Entre el material que ha proporcionado el yacimiento predomina la cerámica a torno ibérica sin decorar y la de cocina más tosca que la anterior y de pastas más oscuras. Los fragmentos decorados son más escasos y presentan decoración geométrica. Las formas más corrientes corresponden a ánforas y grandes recipientes y en menor proporción Kalathos1, platos y boles.
Entre la cerámica de importación destaca la que procede del comercio púnico y greco-itálico representada por fragmentos de ánforas romanas y ánforas púnicas, cerámica gris ampuritana y cerámica de barniz negro. Los fragmentos que pertenecen a este grupo son muy reducidos pero significativos porque ayudan a precisar las relaciones comerciales que llevarían a cabo los habitantes del poblado y permite concretar el perfil cronológico del yacimiento.
Las actividades artesanales están representadas por la presencia de molinos de piedra y objetos destinados a las actividades textiles, como fusayolas y pesas de telar (pondus2).
Los análisis de los restos vegetales han permitido conocer las principales actividades económicas de sus pobladores. Destaca la agricultura, los cultivos principales eran el trigo y la cebada, que podían ser consumidos como harina, ser panificables o cocinados. También se documentan restos de vid consumida como fruta fresca o seca. Uvas y cebada podían consumirse también como bebidas alcohólicas.
La ganadería queda reflejada por la presencia de las especies domésticas como la cabra, la oveja y el cerdo.
Del aprovechamiento de los recursos silvestre de los alrededores obtenían madera para la construcción, la elaboración de herramientas, combustible, etc. Los análisis de carbones han permitido determinar las especies arbóreas que rodeaban el poblado. Destacan el pino carrasco (pinus halepensis), pino rodeno (pinus pinaster), pino rojo (pinus sylvestris), la carrasca (quercus perennifolio) y el madroño (arbustus unedo).
La caza sería otra forma del aprovechamiento de los recursos ya que se ha constatado la presencia de ciervos y cabras salvajes.
1 Kalathos: forma de cerámica ibérica con forma de cesto cilíndrico.2 Pondus: pesa de telar romana.
