Edad del Bronce
Hace 4000 años en la denominada Edad de Bronce un grupo humano ocupó este cerro y levantó sus construcciones en las vertientes sur y este del lugar, asegurándose la luz y el calor del sol. La elección de este punto no fue una cuestión de azar. Desde lo alto podían acceder visualmente a una vasta extensión de territorio y controlar cualquier movimiento. El lugar contaría además con un sencillo acceso a muchos recursos para su supervivencia.
Estos primeros pobladores subsistían por medio de la agricultura y la ganadería. También la recolección y la caza formaban parte de sus actividades complementando sus necesidades alimentarias y obteniendo materias primas para la fabricación de utensilios.
Dominaban la fundición de metales con los que fabricar sus armas y los útiles para el campo y producían con cerámica sus enseres.
1500 años más tarde
1500 años después de que aquellas gentes abandonaran el poblado otros vieron en este altozano un buen lugar para asentarse. Estamos en el año 650 a.n.e. en la llamada Edad del Hierro, en la época en la que comenzaron a desarrollarse las denominadas culturas ibéricas.
Los nuevos pobladores construyeron un poblado con casas de planta rectangular y muros de piedra y mortero sobre varios aterrazamientos. Parte de este poblado es lo que podemos observar hoy en día, ya que todo parece indicar que su extensión era mayor de la que ocupa actualmente el conjunto de edificios, extendiéndose por las laderas.
Este grupo además de subsistir con la explotación de los recursos agrícolas y ganaderos estaban en contacto con otros pueblos que se acercaban a la costa. Así lo demuestran los hallazgos datados en esta etapa entre los que se encuentran materiales griegos y fenicios, pueblos que surcaban los mares intercambiando objetos y materias primas por toda la cuenca mediterránea y que con el paso del tiempo incluso fueron estableciendo algunas colonias lejos de sus tierras.
El poblado fue abandonado en esta época de forma repentina, sobre el 550 a.n.e. probablemente por un incendio, dejando atrás, casi intactos diversos objetos que nos hablan de su día a día. Fabricación textil, armamento, cocina…
Otro salto en el tiempo
El lugar es ocupado de nuevo en la Edad Media, en Época Islámica que suele datarse entre los siglos VIII-XIII ANE.
Las especiales características de este lugar favorecieron su elección como asentamiento y posible bastión. El lugar estaría seguramente relacionado con otros enclaves estratégicos que se encuentran en la zona y se extienden a lo largo y ancho de la provincia.
La Época Islámica supone en nuestra historia un momento muy destacable por la organización del territorio, las canalizaciones de agua, el desarrollo de nuevas formas de cultivar y de nuevos cultivos… También fue una etapa de múltiples divisiones políticas, dependencias administrativas, luchas de poder, y que finalizó tras largos años de enfrentamientos, conquistas, acuerdos y rupturas de los mismos con los reyes y señores cristianos de la época.
El enclave de Santa Lucía junto a otros castillos y torres fueron testigos de todos estos avatares de la historia. A poca distancia se encuentra el castillo de Alcalá de Xivert, también con vestigios de ocupación ibérica, y el castillo Santa Magdalena de Pulpis. Más allá los castillos de Peníscola al norte y Oropesa al sur en la línea de costa y entre ellos torres como las de Ebrí y Badúm, entre otras que conformaron todo un sistema de vigilancia y comunicación a lo largo de la provincia y que siguieron prestando servicio siglos más tarde.
Santa Lucía fue coronada finalmente por una fortaleza medieval que incluye una torre de planta circular y un lienzo que configura una edificación de planta rectangular. Esta edificación fue finalmente aprovechada en el siglo XVII para erigir la ermita que hoy en día nos encontramos.