Panorama

ALCALATÉN-MIJARES
TORRE DE FOIOS INFO

Mucho más que una torre de vigilancia ibérica

La Torre de Foios fue uno de los primeros yacimientos conocidos en la historiografía arqueológica castellonense. El yacimiento se encuentra en la partida de Foios, dentro de los terrenos del Mas de Magdalena, en el término municipal de Llucena (l’Alcalatén) y se sitúa en cima a un promontorio a 898 metros sobre el nivel del mar dominando un paso natural. En la parte más alta de este promontorio edificaron una torre, que dista de la costa 36 km en línea recta.
A pesar de su nombre, se trata de algo más que una simple torre, que debió formar parte de un sistema defensivo mucho más complejo compuesto por una cinta muraria y bastiones.
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Hallazgos
Doc. arqueológica
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Descubierto a principios del siglo XX por el propietario de las tierras en las que se ubica mientras estaba roturando el terreno, no fue hasta 1969 cuando se realizó la primera campaña de excavación, dirigida por Milagro Gil-Mascarell, que tuvo continuidad en 1973, 1977 y 1978. El propósito de estas intervenciones ha sido la limpieza del yacimiento y la división del área en zonas concretas, para facilitar la documentación del mismo.
Según los resultados adquiridos, el asentamiento de Torre de Foios está fechado entre los siglos VI y V a.n.e., tal y como indican el material hallado. Se trata de un momento histórico con una fuerte relación aún con la etapa cultural anterior del Hierro Antiguo, que tal vez está presente en algunos fragmentos residuales en el yacimiento. Por otra parte, algunas piezas cerámicas se pueden relacionar con producciones romano-republicanas, lo que da a entender una ocupación hasta el siglo II a.n.e.

Excavación por áreas concretas

Como ya hemos dicho, los trabajos de excavación se desarrollaron según una división del terreno en áreas diferenciadas: zona I, situada al norte de la torre; zona II, al sur de la torre; zona III, que comprende la parte superior de los muros de la torre; zona IV, correspondiente al pasillo de entrada e interior de la torre, y zona V, ubicada al este de la torre.
 En la zona I las excavaciones sacaron a la luz una serie de estructuras dispuestas alrededor de la torre. Hay un “pasillo” que sigue parte del perímetro de la torre dejando un espacio libre entre 1 y 1,50 metros, a partir de esto se abren otros muros, en sentido perpendicular por el lado sur, creando recintos que hoy en día, están casi destruidos. En el pasillo se hallaron dos urnas completas, de la que solo una contenía en su interior huesos quemado. Los recintos documentados tenían más o menos la misma estratigrafía, en la que predominan resto de cerámica ibérica, hecha a mano y a torno, que nos lleva a la primera época de la cultura ibérica dentro de los siglos VI-V a.n.e. aunque haya elementos que sugieren la presencia, en zona concreta, de un momento anterior perteneciente al hierro antiguo.

Un sondeo posterior a los primeros trabajos arqueológicos, que datan de 1969, reveló la presencia de un gran muro a 56 metros de la torre, lo que indica que existió un espacio habitado

 La zona II situada al norte de la torre comprende un área de unos 42 m²,  ha ofrecido un material muy fragmentado, como restos de cerámicas ibéricas de borde de ánade, ánforas, platos de ala y bases de mortero. Entre el material importado destacan unas vasijas de dimensiones medias, semejante en cuanto a pasta a las producciones campanienses de cerámica común. Además se han encontrado tambièn objetos metálicos como una fíbula anular hispánica perfectamente documentada a partir del siglo V a.n.e. y cuya utilización vivió su momento de mayor auge en el ibérico pleno y tardío. Junto a ella hay una fíbula singular de doble resorte, forma que recuerda las italianas de arco serpeggiante, que aparecen ya durante la edad del hierro. En esta misma zona se ha localizado también un hogar.
Por su parte, la zona III, se refiere a la parte superior de la torre, está compuesta por dos muros, uno interior y otro exterior, entre los cuales hay un espacio de 1,70 m colmatado por tierras y piedras sueltos. A nivel superficial se encontraron con piedras, tierras y fragmentos de cerámica moderna e ibérica.
 El acceso y el interior de la torre corresponde a la zona IV. En las campañas del 1969 se localizaron varios fragmentos indeterminados de cerámica ibérica además de un fragmento de una copa de cerámica griega, 1kylix, de figuras rojas junto a la puerta. En 1973 se documentaron los restos de un pavimento que apoyaba directamente sobre la roca natural, compuesto por un relleno de piedras en el que se hallaron restos de cerámica ibérica realizada tanto a mano como a torno.

Las numerosas piezas de cerámica a mano y el material de bronce hallados sitúan entre los siglos VI y V a.n.e. el inicio del asentamiento, que fue ocupado hasta el siglo II a.n.e.

 Finalmente, la zona V, excavada en las campañas de 1977 y 1978, tiene una superficie de 54 m2. Entre los restos cerámicos hallados, hay abundante cerámica ibérica a torno, algunas producciones del sur peninsular, fragmentos indeterminados a mano y cerámica moderna, así como un punzón de hueso y una defensa de jabalí. En este nivel aparecen dos conjuntos de piezas muy interesante, el primero constituido por dos vasijas, una fabricada a mano con decoración incisa y otra correspondiente a una pieza del tipo gris ampuritana que se suele adscribir a partir del siglo IV a.n.e. El segundo está compuesto por dos vasos a mano de base plana junto con una vasija bícroma, fechable al siglo V a.e.n. y los restos de una urna de orejetas. Además hay cerámicas contemporáneas, hierros diversos e incluso una moneda valenciana con flor de lis en los recintos excavados, como abundante restos de huesos de animales.  
 El material parece ser muy homogéneos aunque la cerámica más frecuente es la ibérica a torno, entre ellas ejemplares de tinajas y vasijas de almacenamiento, cuya forma procede de los pithoi fenicios y que están consideradas como el primer intento de producción cerámica a torno de la época ibérica, datable a partir del siglo VI a.n.e hasta el siglo siguiente. Luego, con un alto porcentaje, se ha documentados las realizada a mano, una de ella resulta muy singular por su tipología, respecto a las coetáneas conocidas y porque se considera como una pieza de lujo indígena.
En cuanto a las cerámicas de importación, hay fragmentos de barniz negro áticos, de kylix, restos de cerámica gris ampuritana y una botella de cerámica que por la composición de su pasta se puede asociar con las producciones itálica campanienses del siglo II a.n.e.
Finalmente entre el material pétreo hallado, destacar la presencia de tres piedras de molino cilíndrico con perforación central, una de ellas con aletas laterales. Se recogió también un bloque calcáreo con claras marcas de haber sido empleado como piedra de afilar.

Superficie y características de la torre

La torre presenta una superficie total de 177 m², de los cuales 18,50 m² corresponden a la superficie útil del habitáculo interior y 6,50 m² al acceso. Por lo tanto, el 85 por ciento de la superficie pertenece a la construcción. La parte interior presenta una planta rectangular con las esquinas redondeadas y se accede a él a través de un corredor ubicado al oeste de la torre. Esta entrada corresponde a un pasillo en forma de cuatro, opuesto por un espacio de 2,50 m de longitud que gira 90 grados hacia el sur, iniciándose un pasillo de 5 m para luego inflexionarse de 90 grados hacia oeste y crear otro espacio de 2,50 m. Mirando la torre desde un punto de vista constructivo, se nota su desigualdad pero no sabemos si eso reflejan una técnica concreta o es el resultado de las diferentes fases de edificación de la misma. Los investigadores decantan por la primera opción, porque consideran que hay detrás una finalidad defensiva pero debido a las labores agrícolas, se han destruido parte de los niveles arqueológicos tanto que no se puede confirmar tal hipótesis. A primera vista hay una diferencia substancial entre los muros externos de la torre, edificados con sillares tallados con mayor cuidado y de forma poligonal respecto a los de los muros interiores, con sillares menos trabajados y de forma rectangular. En las excavaciones también salieron a la luz los restos constructivos de un edificio de almacenaje consistente en una estancia elevada del terreno con pequeños muros paralelos.
 

El yacimiento, ubicado en terrenos del Mas de Magdalena, en Llucena, fue uno de los primeros que se descubrió en la provincia de Castellón

Dos hectáreas de zona habitada

El yacimiento de la Torre de Foios, siempre ha sido considerado únicamente como una torre aislada con una funcionalidad militar, hasta que Gil-Mascarell realizó un sondeo a cierta distancia de la torre que reveló la existencia de niveles de ocupación en esta zona exterior. La presencia de un gran muro alejado 56m. de la torre, que prácticamente la rodeaba, indica que en su interior contenía un espacio habitado. Los asentamientos ibérico suelen situarse en lugares montañoso de difícil acceso, aprovechando de la defensa natural que ofrece la topografía. Más o menos notamos la misma características en Torre de Foios, donde en la vertiente norte está delimitada por un barranco, en la zona sur y este por un desnivel poco pronunciado y en la parte oeste por un valle.  En la parte más alta de este promontorio colocaron la torre de defensa y vigilancia, seguramente no sólo del asentamiento en sí, sino también del entorno. Entre ésta y la muralla se ubicaría el hábitat, su extensión alcanzaría las dos hectáreas, mientras que la torre únicamente ocupa unas 0,17 hectáreas. El resto de la zona, no excavada en este caso, albergaría las diferentes viviendas. Se trata de un asentamiento muy semejante a otros que encontramos en la provincia de Castellón, como Els Pasquals de Torreblanca, El Cormulló dels Moros de Albocácer, El Racó de Rata de Vilafamés, Mas del Senyor de Santa Magdalena etc.

El hallazgo de dos urnas con los restos de un varón adulto en un pasillo de la torre supone el primer caso conocido de enterramiento por incineración en un hábitat y no en la necrópolis

La Incógnita de un nuevo tipo de enterramiento

En la cultura ibérica se conocen dos tipologías de enterramientos, por una parte el ritual de la incineración, que resulta ser el más habitual y que se practica en las necrópolis, por otra la inhumación, utilizado sobre todo para los recién nacidos, que se colocaban bajo el suelo de las viviendas. Como ya hemos visto en el pasillo de la zona I se hallaron dos vasos completos, junto al muro exterior de la torre. Una de ella contenía restos de huesos quemados, que pertenecían a un individuo adulto mientras que la otra se encontró totalmente vacía. La consideración de adulto se basa en el tamaño de los fragmentos óseos, la consistencia del tejido óseo y la existencia de tres raíces de molares totalmente formadas. El grado de incineración no es uniforme, pero la coloración nos induce a pensar que fue intensa en todos los fragmentos, sometidos a una temperatura de al menos 600 centígrados. Se trata del primer caso documentado en un yacimiento ibérico de enterramiento de incineración dentro de un hábitat y junto a una fortificación, así que surge la incógnita de si sólo es una excepción o estamos ante un nuevo tipo de enterramiento.

1Kylix: copa típica de la cerámica griega clásica semejante a un cáliz para beber vino. Presenta un cuerpo poco profundo y ancho con dos asas opuestas, todo ello levantado sobre un pie vertical de poca altura.

 

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