Mosaicos, murales y mármol
Debió tratarse sin duda de una villa de cierto lujo, en atención a los restos y materiales hallados, no sólo los mosaicos, sino también pinturas murales, revestimientos con placas de mármol, lucernas, platos de cerámica fina, vidrio, etc. Se ha documentado, junto con materiales de época imperial, la presencia de algunos fragmentos de cerámica campaniense4. Asimismo, entre un abundante conjunto de monedas, la mayoría de época imperial, se han recogido un denario y un as de la ceca5 de Roma (del 170 y el 91 a.n.e.). La cerámica campaniense nos proporciona tan sólo una cronología genérica en los siglos II y I a.n.e. En las excavaciones se han recuperado algunos fragmentos de cerámicas y monedas del periodo republicano (siglos II-I a.n.e.) que deben corresponder a una primera fase de ocupación.
Las posteriores intervenciones del SIAP se basaron principalmente en dos objetivos prioritarios: la excavación de determinados sectores intactos y la limpieza del área excavada, para proceder en un futuro a la reconstrucción de las ruinas con el fin de que el lugar pueda ser visitado por el público.
Las primeras excavaciones, en 1956, descubrieron los restos de una gran mansión rural con un amplio patio porticado en cuyo centro había una balsa circular que recogía el agua de lluvia
Patio porticado de 16 metros de lado
La villa se organizaba en torno a un peristilo de 22 x 24 metros con una galería porticada, donde quedan las bases de las columnas de caliza gris azulada y una balsa circular de 7,6 metros de diámetro. Alrededor de este patio se distribuían 35 habitaciones con un total de 594,45 metros cuadrados de extensión. Según los investigadores, se puede afirmar que la zona residencial se encontraba en los lados noreste y sureste del peristilo, mientras que en el noreste estaba la zona industrial. En cambio, si hablamos de los baños, formados por cuatro habitaciones, las mejor conservadas están en el lado este, donde destaca la presencia del citado hypocaustum en dos estancias; son testigos los pequeños arcos de ladrillos reconstruidos y un pavimento en opus signinum6. Los muros estaban decorados con pintura en rojo y azul y un zócalo de placas de mármol. Una de la estancias contenía un pavimento de mosaico con motivos geométricos en blanco y negro.
Las termas
Las termas de la villa de Benicató estaban formadas por cinco habitaciones, que constituían un bloque cuadrangular, en cuyo extremo noreste sobresale un espacio rectangular, con una superficie total de casi 77 m2. La sala fría ocuparía el extremo occidental de los baños, mientras que las dos calientes estarían en el oriental. La estancia número 2, de 21 m2, apareció decorada con un mosaico teselado y las paredes tenían una decoración de estuco de color rojo y azul. Esta sala sería el frigidarium7 pero con un espacio también dedicado al vestuario o apodyterium8. Desde esta sala se accedería al tepidarium9 (sala 3), situado al este, que medía 18 m2. Bajo el pavimento se documentó una cámara de calor que, al parecer, estaba formada por arcos. Tres de los lados de la habitación (sur, este y oeste) estaban recorridos por una banqueta de 20 centímetros que probablemente debió de servir para alojar la distribución de aire caliente en las paredes (un sistema denominado concameratio). En esta sala se hallaron restos de mármol que probablemente formaron parte de la decoración.
El caldarium10 era una sala rectangular de 9,8 metros cuadrados cuya cámara de calor estaba formada por arcos construidos con ladrillos, sobre la que se colocó un pavimento de opus signinum. Esta habitación comunica al norte con otra (número 5) de identificación problemática que tal vez sea el horno. No hay datos que permitan fechar estos baños, puesto que no sabemos si el mosaico era contemporáneo de su construcción o más moderno.
Gracias a los recientes estudios de T. Pasíes y la documentación aportada por F. Sales y F. Esteve, sabemos que hubo otro mosaico de 5 x 5 m. que decoraba la habitación número 2, comunicada directamente con el extremo nordeste del pórtico. Se conservan algunas porciones del mismo entre los fondos del SIAP. Se trata de un mosaico de traza geométrica en blanco y negro, de composición centrada y compuesto por varias cenefas concéntricas dispuestas en torno a un tapiz o emblema central de traza cuadrada.
Ejecución geométrica, irregular y descuidada
El otro mosaico apareció en la habitación número 13, situada en la galería oriental del patio de la villa, y ha sido estudiado por R. Navarro (1977), V. Felip y J. A. Vicent (1991), y F. Arasa (1998). Estaba formado por teselas cúbicas, blancas y negras, y los motivos decorativos empleados eran sobre todo composiciones lineales dispuestas en cenefas, con motivo central compuesto por dos cuadrados que formaban una estrella de ocho puntas inscrita en otra forma geométrica.
El enclave de Nules estuvo habitado desde el siglo I a.n.e. hasta los siglos V-VI, y vivió su época de máximo esplendor en el siglo II
En la segunda mitad del siglo III a.n.e. está documentada una fase de reformas, también en esta habitación, tanto que los investigadores notaron que el mosaico estaba cubierto por una capa de sedimento que ocultaba diversos objetos de hierro y un conjunto de 16 monedas que permiten fecharlo entre los reinados del emperador Marco Aurelio (años 161 a 180) hasta Valeriano (161-260 d.n.e.). Además, encima de este depósito se sitúa un pavimento de mortero que correspondería a otra fase de ocupación de la villa, según Esteve.
La construcción de este segundo pavimento pudo permitir el relativo buen estado de conservación del mosaico. No obstante, se observan hoy numerosos cortes y rellenos, efectuados después de su descubrimiento, posiblemente en los trabajos de extracción. La ejecución del dibujo resulta irregular y poco cuidada, aun tratándose de una composición exclusivamente geométrica. El mosaico está compuesto de una serie de tapices y paneles yuxtapuestos que configuran una superficie en forma de “u” de 3,65 x 4,20 metros.
Las excavaciones realizadas han documentado hasta 35 departamentos diferentes que alcanzan una superficie de casi 595 metros cuadrados
Artesano local
Debido a su técnica poco cuidada, el mosaico de Benicató parece corresponder más bien a la mano de un artesano local, no demasiado experto en su fabricación, que habría utilizado los cartones de la época, copiando motivos en blanco y negro, que entonces estaban de moda. En cuanto a la cronología, nos encontramos con composiciones muy difíciles de encuadrar en un momento concreto puesto que, como hemos podido comprobar, gozan de una amplia difusión y perduran durante un extenso arco cronológico, aunque las características formales y estilísticas de los mosaicos introducirían a encuadrarlos en un momento tardío. El predominio del color negro sobre el blanco, así como el ancho de las bandas, podría confirmar esta teoría. El análisis de los materiales arqueológicos hallados durante las excavaciones acabaría con las conjeturas.
Se han evidenciado dos fases de ocupación de la villa. La primera abarca desde mediados del siglo I a.n.e.hasta mediados o finales del III, documentándose un momento de auge en el siglo II d.n.e. Luego, desde finales del III hasta finales III a mediados del IV se constata su decadencia a pesar de que algunas habitaciones fueron reutilizadas y su función, readaptada. El abandono de la villa se sitúa a mediados del siglo IV. Justo en el momento de esplendor (segunda mitad siglo II d..n.e.) es cuando se supone que se realizan los dos mosaicos y se remodela el patio porticado, construyéndose a su vez la piscina. El hallazgo de dieciséis monedas de bronce, que van desde los primeros Antoninos hasta la mitad del siglo III, puede ser un indicio en este sentido. Tras el periodo de crisis que suponen las invasiones de francos y alamanes de mitad de ese siglo, continuó ocupado hasta el siglo VI, cuando fue abandonada definitivamente.
Tenemos otros ejemplos de mosaicos en blanco y negro encontrados en Tarragona. Técnica que respondía a la moda itálica difusa entre el siglo II y comienzo del III y bien representada en la ciudades hispánicas del Mediterráneo.
La villa de Benicató contaba con unos baños compuestos de una sala fría y otras dos calientes