Este periodo histórico que cronológicamente podemos encuadrar dentro del segundo milenio antes de nuestra era y principio del siguiente, corresponde a lo que se considera el nacimiento de las primeras jefaturas, en donde el control de los recursos y del grupo lo asimilan uno o unos pocos individuos, acentuando la diferenciación social. Es un periodo de bastante inestabilidad, lo que provocó un desplazamiento de los poblados hacia zonas altas y escarpadas, fácilmente defendibles, usando por primera vez además construcciones a base de piedra, frente a las construcciones anteriores hechas con materiales más perecederos.
Supone además la generalización de la metalurgia, principalmente del cobre, y posteriormente también del bronce.
Las cerámicas con sus tratamientos bruñidos de superficie, los galbos con sus carenas, así como algunas formas típicas del momento, como es el caso de los vasos geminados o las denominadas queseras, juntamente con algunos utensilios realizados en bronce, son los fósiles directores de este periodo cultural caracterizado por un sedentarismo muy extendido, por una agricultura ya perfeccionada, el desarrollo acentuado de la ganadería y por una producción metalúrgica con cierta complejidad técnica.
Es un momento cultural que en los yacimientos que se incluyen en la Ruta Arqueológica se encuentran situados por debajo de los asentamientos de la Edad del Hierro Antiguo, como vemos en Santa Lucía de Alcalá de Xivert y en el Tossal del Mortórum de Cabanes.
